Actualidad

Los hombres y la fecha iguales… la celebración diferente

Estamos a solo horas del Primero de Mayo y no nos va a desalentar la situación sanitaria, porque los hombres, las mujeres, la fecha y las motivaciones son iguales, lo único que cambiaría es la celebración, que podrá ser de casa a casa, de balcón a balcón, de computadora a computadora o de celular a celular, pero de que va, ¡Va!

El cúmulo de problemas no va a aguar la fiesta, tampoco mermará la solidaridad, como tampoco las consignas que se escuchará más lejos, porque este año Internet se impone.

Los medios de la prensa pinareña cogieron la seña y ya estamos en el aire, y lo primero que me viene a la memoria es Agustín Cecilia Moya, porque a pesar de sus años - en la recta de los noventa- la pandemia no va a evitar este Primero de Mayo, que desde 1942 dedica su vida al movimiento obrero.

Agustín es rico, muy rico, atesora documentos enriquecedores de los primeros años, más las vivencias que mantiene con encuentros con Fidel, con Lázaro Peña, con los combatientes, que, junto a él, en cada trinchera hicieron la Revolución.

Recuerda los históricos intercambios con héroes como Julián Alemán y Eliseo Caamaño. De estos mártires recuerdan: “Yo atendía la Sección Obrera del movimiento 26 de Julio, pero un día llegó Julián Alemán con instrucciones de Fidel de crear en Pinar del Río el Frente Obrero Nacional.

Estos relatos fueron del año pasado (2020) pero Agustín sigue firme, en el Reparto Hermanos Cruz, como si fuera el primer día.

“En ese momento se hizo el Regional No. Uno, dirigido desde la ciudad hasta Los Palacios, y un regional numero dos que cubría el occidente hasta Guane.

Ahora Cecilia recuerda que Julián Alemán Alpízar fue asesinado entre las 5 y 6 de la mañana del día 23 de abril 1958, y en su lugar asignaron a Eliseo Noel Caamaño, con misión de trasladarse a la provincia de Pinar del Río para ser coordinador del Frente Obrero Nacional (FON), pero arrestado el 30 de octubre de ese mismo año y trasladado para el cuartel de San Cristóbal, lo asesinó el coronel Jacinto Menocal.

Pero este viejo luchador, que al triunfar la Revolución lo designaron secretario general de la CTC, no quiere que se trunque la historia y se comunicó con Guerrillero para mostrar sus joyas de la historia.

Cuanta sorpresa para el fotorreportero, revivir las fotos del primer Primero de Mayo de la Revolución en Pinar del Río –un día 22 enfrente a la casona de Cabada No 10, donde estaba la CTC provincial.

Con regocijo muestras las imágenes de aquella época, que responsabilidad de su trabajo de líder en el movimiento proletario atendió a tres delegaciones de dirigentes obreros internacionales de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Argentina y España.

Trabajadores ¿Por qué, Uníos?

En los últimos años muchas cosas han cambiado y probablemente los mayores cambios están en los 60 años más recientes, donde se modificaron teorías, se actualizaron conceptos, fracasaron modelos y se derrumbaron pronósticos, pero si dudas los motivos que originaron la frase ¡Proletarios de todos los Países, uníos! mantienen su vigencia y la podemos encontrar en la última y mayor crisis económica.

La gran paradoja de los trabajadores del mundo es que a pesar de haber construido toda la riqueza material existente, son los más vilipendiados sobre la tierra.

Desde la gran división natural del trabajo, el hombre productor ha sido humillado, despreciado y explotado en cualquier régimen social dividido en clases.

Ahora el primero de mayo se presta para la reflexión, la imagen de los mártires de Chicago son la anécdota que permiten enmarcar una parte de la historia, pero no fueron solo ellos y Sacco y Vanzetti, los que murieron por la jornada de ocho horas, los reclamos por mejores salarios, condiciones de vida y de trabajo y derechos ciudadanos.

En los albores del siglo 21 todavía la gente va a los festejos del día de los trabajadores a reclamar eso mismo que pedían los más de 340 000 huelguistas en Chicago y otras ciudades de los Estados Unidos y que culminaron en la masacre de la plaza Haymarket.

Los dirigentes sindicales anarquistas fueron acusados de lanzar una bomba que mató a los policías que los reprimían, luego la historia se encargó de desmentir y, a la vez, mostrar que los mismos patronos pagaron a un sujeto para que el atentado diera motivo a la represión.

Durante tres meses montaron una farsa judicial –que seguro se les parece a las más recientes- , incluso José Martí escribió de ella, donde había falsos testigos, jurados parciales, campaña de prensa permanente e incapacidad judicial, que nunca pudo ubicar a los acusados en el lugar de los hechos como para lanzar dicha bomba.

Una muestra de la inocencia es que la mayoría de la sociedad no podía estar equivocada, incluso en Pinar del Río, aislada de los grandes centros de poder y del conocimiento ya en 1893 celebró su primero de mayo en lo que es hoy el teatro José Jacinto Milanés.

Aún con el tiempo transcurrido, con todo lo sucedido, con la copiosa literatura existente, es significativo que el primero de mayo no se celebra en Estados Unidos ni en Canadá como Día del Trabajo, sino como Día de la Ley (Law Day).

Para conseguir la jornada laboral de ocho horas en los Estados Unidos tuvieron que esperar hasta 1935 en que la aprobó la presidencia de Franklin D. Roosvelt. Y para tener una fecha de celebración fijaron el primer lunes de septiembre, un día sin significado histórico, para celebrar su Labor Day.

El presidente Grover Cleveland, auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos.

Las políticas económicas capitalistas de supuestamente dar participación a los obreros como “propietarios” de sus compañías, el estado de bienestar general, la clase trabajadora burguesa, aunque aparentemente elevó los niveles de vida, en los momentos de definición demuestran que en esos países solo existe un poder y está en manos de la alta burguesía y los demás son solo invitados en los momentos de bonanza.

Cuando la crisis aflora, los obreros vuelven a la calle, la palabra Despido es la más temida, los salarios bajan, la seguridad social se tambalea y vuelven las huelgas, marchas y enfrentamientos: la policía actúa y se repite nuevamente la historia: la guerra entre débiles y poderosos. ¿Comprendemos mejor, por qué uníos?

Lo que escuché en Matahambre

En Minas de Matahambre escuché hace mucho una fea historia sobre Lázaro Peña, pero pasado el tiempo alguien se dedicó a investigar para enaltecer la figura del Capitán de la clase obrera, como se le llamó por antonomasia.

Los estragos del capitalismo se sentían en Matahambre en la década del 40, por las precarias condiciones de vida del campamento minero, las viviendas eran, en parte, barracones insalubres, muy escaso el servicio médico y el trato de los propietarios norteamericanos y cubanos solo servía para fortalecer el sentimiento proletario.

Entonces Lázaro Peña, como dirigente sindical, realizó visitas a Matahambre en 1941 y 1942, pero como no hubo acuerdos con los representantes de la American Metals Company tuvo que recurrir a la loma de Pinillos, fuera de los límites de la propiedad privada, para reunirse con los obreros.

De acuerdo con la investigación de Jorge del Valle, el 28 de abril de 1959 se presenta de manera sorpresiva en el pueblo minero David Salvador, en ese momento secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba, nombrado por el naciente Estado revolucionario, porque él había dirigido el frente obrero dentro del Movimiento 26 de Julio.

La otra gran sorpresa fue la colocación de una valla anticomunista y un discurso donde acusó a Lázaro Peña de haber recibido 20 000 pesos de la compañía norteamericana, con el propósito de desvirtuar la confianza en el viejo luchador.

A partir de ese momento el Capitán de la clase obrera no era bien visto por la gente del cobre, al tal punto que cuenta Valle que ningún niño nacido en esa época se le nombró Lázaro y quizás donde único en Cuba faltara una foto del dirigente en locales de la CTC era en ese terruño.

Pero se hizo justicia, en 1966 comenzó la búsqueda que se continuó en 1969, cuando José “Pepe” Amalfi posibilitó la revisión de los archivos de información económica y financiera de la mina, que demostraron que jamás se había emitido algún cheque por 20 000 pesos y el único rembolso reconocido era por 76 pesos y databa de 1934.

Un colaborador y confidente de la Compañía –Alberto Dopico- le aseguró a Valle entonces, que la expulsión del trabajo de los mineros que asistieron a la reunión de Pinillos con Lázaro y la componenda del 28 de abril del 59 tuvo que ver con una sucia maniobra con los guardajurados, policía privada de los norteamericanos, que seguro recibían órdenes de sus jefes.

Con el esfuerzo del autor de la investigación, de José Díaz, secretario del Partido en el municipio en ese momento y del viejo dirigente sindical comunista Felipito Álvarez se decidió hacer reuniones en todas las secciones sindicales del territorio para exponer la verdad.

En una de ellas, el trabajador Apolinar Miranda, muy destacado en el taller de mecánica, propuso que como manera de hacer justicia se construyera un monumento a Lázaro Peña en la loma de Pinillos, y por iniciativa de Osmín Dovales, se decidió fundir la placa conmemorativa en la propia fragua de la mina, primera vez que se hacía trabajo de este tipo allí.

El seis de noviembre de1960, el ciudadano David Salvador, quien fuera secretario de la Confederación de Trabajadores de Cuba - Revolucionaria (CTC-R), era apresado cuando intentaba abandonar Cuba en un yate.

La historia de Lázaro Peña, conocida por su modestia, espíritu de sacrificio, consagración a las luchas obreras y lealtad a sus principios, lo llevaron a darle continuidad a la Central de Trabajadores de Cuba y convertirla en una verdadera arma de la Revolución, en manos del movimiento sindical.

 Cuando fue en el Milanés

En los años de Revolución nos acostumbramos al masivo desfile en la Calle Martí, frente Milanés, pero lo que ignoran los jóvenes pinareños es que ese vetusto teatro hace más de 120 años fue escenario de una celebración del Dia de los Trabajadores, cuando se le llamaba Teatro Lope de Vega.

La historia es así, hace coincidir las cosas o las personas de manera intuitiva para que logren que hasta los ríos unan sus afluentes, por eso la consigna de que la tierra tiemble puede ser lo mismo en Los Palacios que en Guane o Mantua, lo importante es que Pinar del Río se haga sentir.

Y la consigna se va más allá, porqué cuántos pinareños en diferentes misiones por el orbe hoy día primero de corazón están con nosotros: no es la casualidad lo que nos une, sino el patriotismo.

El día primero, cuando usted nos lea en alguna parte del mundo, la calle Martí estará vacía, no tendrá banderas cubanas, pero la gente desde sus hogares tendrá sus banderas en los portales, balcones y en el corazón, mientras que el deseo de solidaridad viajará por el éter a todos los confines.

La historia no siempre fue así

Los actos por el día de los trabajadores, en Cuba, son de fiesta; la gente se pone sus mejores galas o, mejor dicho, lo más cómodo para largas jornadas de caminata, cantos y entonaciones, baños saludables de sol caliente, para llegar exhaustos a la casa y luego de la ducha reparadora, escudriñar el TV para saber lo de otros pueblos.

Pero esta no será así. La mayor parte de los jóvenes ignora los desfiles de antaño, de antes de 1959, ni conocen los paros relámpagos, ni las huelgas prolongadas, el tiempo muerto y las extensas colas para buscar empleo.

Esto pasó hace mucho; los proletarios de canas –con muchas canas- si lo recuerdan; por ejemplo, los municipios grandes de Pinar del Río tenían actos significativos, pero los territorios que ahora geográficamente forman la provincia, eran pequeños.

La policía no podemos decir que fuera grande, en parte de los campos ni existía, pero la Guardia Rural –un invento norteamericano- era imponente.

Cada localidad lo festejaba a su manera, había gremios organizados, algunos muchos controlados, los dueños privados sobornaban para que no hubiera festejos.

Las autoridades represivas no simpatizaban con los líderes, los políticos tomaban parte en todo y el miedo inculcado en los trabajadores hacia fracasar cualquier intento.

En muy antaño el teatro Milanés acogió un acto del Primero de Mayo y posteriormente se hicieron comunes esas ceremonias en lugares cerrados, según las posibilidades de los dirigentes sindicales.

Los tabacaleros, orgullo pinareño, tenían el poder en campesinos relegados en los campos, pero los festejos lo acogían la industria. Los pescadores no estaban organizados como fuerza; los industriales casi no existían, y si había algunos como lo mineros, igualmente tenían que luchar contra el poderoso pulpo de la desunión.

La Revolución cambió todo y creó un espíritu proletario, obrero, campesino, soldado, intelectual, que no dejará que jamás caigan las banderas; se enfrentará a las epidemias y los fenómenos naturales si se imponen y, a los sietemesinos que se fabrican desde afuera, y los alimentan desde adentro siempre serán aplastados.

Escribir un comentario