El primero es rubio, exhibe un peinado extraño y desde agosto del 2017 quiere invadir a Venezuela. El segundo, tiene el pelo negro, es de origen cubano, se apellida Rubio…y también quiere invadir la Patria de Bolívar. Y es medianamente comprensible, si consideramos que son tiempos de idilio entre fieras, necesitadas de olisquearse debajo de la cola e iniciar el ritual de apareamiento.
El eco de una derrota flota en el viento y se expande por el mundo junto a la humareda sobre la frontera colombiano- venezolana, fruto del auto sabotaje que los dadivosos infligieran a su cacareada “ayuda humanitaria”. Después de la tormenta del 23 de febrero, soportada con determinación monumental por el pueblo, el ejército y la Guardia Nacional Bolivariana, los apocalípticos intentos por culpar al gobierno de Maduro de cada “atentado” ocurrido en la línea divisoria quedaron en eso: intentos.
¡Aquí lo que hace falta es un Coloreano!
La cola del pan, me volví y detecté el origen de la frase: un viejecillo enfurecido se quejaba de los que, irrespetando el turno, compraban y se iban, sin que avanzara la imprecisa línea de aspirantes al vital alimento.
¡Se acabó el pan! –anunciaron- ¡Hasta dentro de media hora!
¡Lo dije- volvió el anciano acalorado- hace falta un Coloreano!