Miro diferentes fotos en Internet y tu rostro me dice que todas las galaxias giran con fidelidad en la profundidad de tus ojos. Me doy cuenta que de ti emana esa esencia de pueblo que necesitamos para ser más alegres, más combativos.
Te fuiste sin avisos, sin despedidas, el mar te amparó para siempre, te convertiste en titán de las mareas, en faro de alerta para que los marineros siguieran su ruta hasta puertos certeros.
Te has multiplicado tanto como las estrellas. Nadie ha podido borrar tu luz cegadora, es un resplandor de paz y seguridad, al cual vamos cada 28 de octubre a extraer de él la renovación esperada para continuar la marcha de la Revolución.
En estos días de neoliberalismo, seducción, engaño, de alta confusión para los pueblos del orbe, tu cuerpo de Quijote se levanta contra los gigantes.
Tu voz nos recuerda que no podemos claudicar en el empeño, que debemos salvar a Cuba de las presiones y amenazas, de peligros extremos donde el corazón no existe.
Muchos mineros te colocarán hoy una flor en cestos enormes que después serán vertidas al agua, en cada pétalo habrá un aroma de mineral que te nutrirá de eternidad.
Gracias por acompañarnos, por no dejarnos solos en esta era de hegemonía, de chantajes nacidos desde el imperio del norte.
Gracias por tomarnos de las manos y reafirmarnos “Aquí no se rinde nadie, de pie cubanos, caminen en grupo unido hasta el triunfo de la gloria”. Amén.

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