Los productores de la zona número diez del poblado Sumidero, al sur de Minas de Matahambre, demuestran desde el esfuerzo conjunto cuánto puede lograrse cuando la responsabilidad y el sentido de pertenencia convocan.

La malanga y las coles, afloran en esta localidad favorecida por el buen clima, que beneficia la actual campaña de frío, donde el tomate, lechuga, acelga y habichuela conforman cultivos de alta estima entre los lugareños.

Los patios y parcelas permanecen sembrados la mayor parte del año. El reto es sembrar más, cultivar cada solar y espacio posible, donde puedan multiplicarse los alimentos.

En la mayor parte de los pueblos y ciudades del país, se produce localmente alrededor del 70% de los alimentos que se consumen; y esta cifra puede todavía crecer, sobre todo en los espacios periurbanos.

Esa producción se dirige prioritariamente a los centros de consumo social, es decir, jardines de infancia, comedores escolares, casas de abuelos y policlínicos de MM.

Ahí se destina un porcentaje determinado de la producción, mientras que la mayor parte va al autoconsumo o puntos de ventas, donde los ciudadanos pueden acceder a alimentos saludables.

En todos los casos, se comercializa muy cerca de donde se produce: ``Por el barrio y para el barrio”.

Aun con todas las iniciativas emprendidas en el territorio, mucho queda por hacer para que la presencia de las hortalizas y viandas sean mayores en mercados y placitas, al tiempo que los precios de estas mercancías deben valorarse de forma continua para que desciendan.

No se concibe un patio que no esté sembrado, el ejemplo de la zona 10 en Sumidero demuestra cuánto puede lograrse desde la decisión, el optimismo y la sistematicidad.

Trabajar sin descanso es la mejor forma de responder a las exigencias de la máxima dirección del país. Ponerle corazón a Cuba, es sinónimo también de producir más para erradicar la escasez y aspirar a la abundancia colectiva.