Ha sido una etapa en que la mujer sandinense se ha lucido en todo su esplendor, con solidaridad, humanismo y laboriosidad, se incorporaron a la pesquisa activa para apoyar a los grupos básicos de salud, se muestran responsables y valientes, para evitar la propagación masiva de la enfermedad.
Muchas se mantienen en sus puestos asegurando puestos claves de la economía y los servicios, sus ocupaciones tradicionales se han multiplicado para convertirse en costureras en la confección de nasobucos y otros recursos necesarios para la protección de su gente.
Miles han convertido sus patios y jardines en áreas dedicadas a la producción de alimentos, como respuesta a contribuir desde la organización de la familia cubana al autoabastecimiento familiar.
Son mensajeras, familias sustitutas, acompañan a las personas en su aislamiento físico en la llamada zona roja, permanecen en sus hogares, contribuyen en las comunidades donde han sido más necesarias, ayudan en el cobro de la seguridad social a los jubilados y garantizan la extracción de los alimentos asignados en unidades de comercio así como medicamentos controlados en la red de farmacias.
Nuestras educadoras cambiaron su cotidianeidad, y se prepararon en el actual curso escolar de forma diferente y mantienen la comunicación con sus alumnos a través de las tele clases y las redes sociales.
Las amas de casa juegan un papel determinante en las acciones dirigidas al ahorro de energía eléctrica en el sector residencial y en el enfrentamiento a la violencia de genero, con acciones coordinadas para atender a las féminas víctimas de esa violencia.
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