Mujeres mantuanas sustentan a su pueblo

  Ellas se levantaron temprano y se fueron a plantar alimentos. La cita tuvo lugar en la Casa de Cultivos Semiprotegidos de la localidad.  Representantes de los bloques femeninos urbanos acudieron a los canteros que abastecen de verduras frescas al círculo infantil, la casa de abuelos y el hospital de la villa.

Es un trabajo voluntario que combina el saludo a una efeméride tan importante para nosotras con la utilidad”. Así afirma Dianelys Ramos Roque, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas FMC en Mantua, y agrega- “Es lo que nos corresponde  como mujeres de este tiempo, y lo que debemos enseñar a las jovencitas que hoy nos acompañan”.El encuentro estuvo marcado por las medidas de distanciamiento social que impone la Covid-19. En uno de los parterres, está Lisyemis Herrera, una joven y dispuesta como todas las mujeres de su generación, canturrea una melodía que escapa por los bordes de su mascarilla, mientras limpia de malas yerbas los pepinos. “No es un esfuerzo fuera de lo que hago todos los días. - dice- Me convocaron y aquí estoy como la primera, para aportar lo que pueda y celebrar el 8 de marzo”.

Junto a las jóvenes estuvieron las fundadoras de la organización. “Querían que me quedara en casa- dice por lo bajo la veterana, Sergia Izquierdo Díaz, conocida por La Niña- pero no saben que la madera de la que a mi me hicieron es la misma que la del Comandante: puro caguairán”.

En el cercano huerto del Instituto Politécnico se escuchan risas. Por semanas el lugar no recibió a los enjambres de muchachos que siembran y cultivan en sus canteros. Hoy las féminas del sector educacional compensan la fuerza de trabajo que necesita la instalación.

No hacemos más que cumplir con la política económica de la Revolución- expresa Maribel Cruz Batista, educadora y directiva- que es producir alimentos para el pueblo. Lo que aquí se coseche, tendrá un buen destino”.

No muy lejos, Maité Méndez, especialista del Centro de Diagnóstico y Orientación CDO ríe con los ojos, y lanza pícara: “no dejes de escribir que nosotras las mujeres, somos buenas profesionales en lo que hacemos y también excelentes agricultoras”.  

En otros lugares del territorio, las muchachas se fueron a las casas de escogida, a la siembra de viandas y a los huertos que en cientos se dispersan por la geografía del territorio.  Fue una mañana para repetir y reafirmar la fortaleza de espíritu de las mujeres cubanas, igual de guerreras en cada palmo de esta isla. Antes del 8 de marzo, seguramente el surco o el huerto serán motivos para encontrarnos otra vez.

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