¿La hora del rebrote finalmente?
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Jesús Roberto Miranda asegura que los científicos no exageran y que todo cuanto dicen los instructivos técnicos es verdad. La prueba está justo frente a nosotros, en un campo repleto de espigas que le ha estado promediando tres toneladas por hectárea.
Cuenta que, al principio, no fueron pocos los que dudaron que, chapeando a ras de suelo, las plantaciones recién cosechadas (en las que ya había obtenido un rendimiento de cinco toneladas por hectárea), podría lograr que retoñaran y volvieran a producir.
Pero con los días no les ha quedado más remedio que darle la razón a una tecnología probada en países con una larga tradición arrocera como China o Vietnam, y que durante 15 años se ha estudiado en profundidad en su propio municipio, por los especialistas de la Unidad Científico Tecnológica de Base (UCTB) Los Palacios.
De hecho, Jesús Roberto Miranda afirma que, luego de ver sus resultados, otros campesinos de la zona se han motivado a hacer lo mismo.
A grandes rasgos, explica que el procedimiento consiste en cortar la planta, una vez cosechada, a una altura de cinco centímetros, y volverla a cultivar.
De esa manera, se ahorran la semilla, un 30 % del agua, todas las labores para la preparación del suelo, fertilizantes y la mitad del tiempo.
«No hace falta volver a echar semillero ni preparar tierra ni montar en diques ni “fanguiar”», dice.
En términos económicos, este campesino pinareño calcula que, por cada una de las cinco hectáreas en las cuales aplicó esta metodología, se ahorró 20 000 pesos.
CIENCIA ENGAVETADA
Si las cosas hubieran marchado desde un principio, las plantaciones de Jesús Roberto Miranda hoy no serían noticia en una provincia que hace años debió haber extendido el cultivo del rebrote del arroz.
En junio de 2009, Granma anunciaba que, luego de vencer exitosamente una primera fase de pruebas, esta prometedora tecnología se comenzaría a aplicar a gran escala en los campos de esta provincia.
En total, 97 hectáreas de la Empresa Agroindustrial de Granos Los Palacios permitirían dar continuidad a las investigaciones, a fin de lograr el máximo provecho, teniendo en cuenta las variedades, las condiciones del clima y los suelos de nuestro país.
La máster en Ciencias Elizabeth Cristo, directora de la UCTB Los Palacios, señala que, en los estudios realizados durante más de una década, se han probado diferentes épocas del año, alturas de corte y tipos de semillas, para determinar cuáles son las más efectivas.
Como resultado de ello, se ha determinado que variedades cubanas como la INCA LP-5 y la INCA LP-7 tienen buen comportamiento ante la tecnología. Además, que el corte de la planta se debe realizar a unos cinco centímetros del suelo, pues, mientras más bajo, mayores son las posibilidades de que los hijos sean fértiles, las panículas más grandes y mayores los rendimientos.
La especialista añade que también es preciso planificar la primera cosecha fuera del periodo de lluvia, para que la maquinaria no se atasque en el fango y, por tanto, no destruya parte del área y comprometa el rebrote.
A pesar de haber recibido en su momento varios premios a nivel provincial y nacional, y dado pie a numerosos artículos en revistas especializadas de Cuba y de otros países, Elizabeth Cristo lamenta que, hasta ahora, no haya tenido la atención que merece.
Para la directora de la UCTB, la explicación está en una cuestión de facilismo, y en esa mentalidad de producir a cualquier costo, sin reparar demasiado en la eficiencia, que mucho ha marcado la agricultura cubana.
«Esta es una tecnología con una efectividad demostrada, tanto a nivel internacional como por nuestros propios productores. Pero hasta ahora había mucha gente que no le daba importancia, porque tenían el combustible, los fertilizantes y el resto de los recursos para preparar los suelos sin problemas».
José Ramón Cabrera Miranda, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Los Palacios, el territorio de mayor tradición arrocera de Pinar del Río, opina lo mismo. «Esto surgió en un momento en que no había dificultades para sembrar. Pero en el contexto actual, no nos podemos dar el lujo de no hacerlo».
El propio Jesús Roberto Miranda, el campesino pinareño que tras su cosecha ha motivado a otros en su zona a seguirle los pasos, reconoce que hacía años que había escuchado de esta metodología, pero no fue hasta ahora que, apremiado por la necesidad, se decidió a emplearla. «Esto fue buscando una alternativa ante la carencia de recursos», confiesa.
ECONÓMICAMENTE, EL IMPACTO ES GRANDE
Aun cuando las mayores perspectivas estarían en lo que se conoce como el sector no especializado, cuyos terrenos son menos extensos y en los cuales se facilita el riego, el drenaje y la cosecha, también en la gran empresa estatal es posible aplicarlo.
Ariel García, director de la Empresa Agroindustrial de Granos Los Palacios, afirma que ello sería factible en los campos con una buena nivelación.
Es el caso de las 1 900 hectáreas de terrazas planas que posee la entidad, donde hoy se maneja la posibilidad de extender poco a poco el cultivo del rebrote.
El funcionario admite que es una técnica muy ventajosa, porque «haces una siembra y obtienes dos cosechas. La tierra se rotura, se cruza y se alista una sola vez. Económicamente es una diferencia grande».
Por su parte, la directora de la UCTB Los Palacios asegura que también hay campesinos individuales que han solicitado la asesoría de su institución para incursionar en el cultivo del rebrote.
Sin embargo, a 13 años de los primeros intentos de generalización, está por ver si por fin habrá llegado la hora de esta tecnología, o solo se trata de una reacción momentánea en medio de la escasez, que campesinos y empresa olvidarían nuevamente, si mañana volviéramos a tener el combustible y los insumos suficientes.
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