Con la frialdad de la mañana, aún encima, José Antonio Tarafa López comienza a pelar las cañas que trasladará a su trapiche mecánico.
La guarapera debe estar lista para brindar su servicio a los primeros clientes de Santa Lucía en Minas de Matahambre.
El bagazo dejado por la molienda, lo traslada después en su “araña” a más de cuatro kilómetros, donde las vacas lo saborearán.
Los residuos de la caña los convierte además, en un alimento pulverizado que comen los carneros, chivos y caballos.
Este hombre inteligente, fue capaz de crear dos dispositivos que realizan las labores de manera mecanizada.
El ordeño de sus vacas es manual, su otro hermano Luís Manuel Tarafa y su hijo menor lo ayudan en la faena diaria.
Más de diez litros de leche aportan, cada día, a la industria del lácteo en la provincia, esta familia perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Vladimir Ilich Lenin.
Cuando el pasto es más abundante las producciones son mayores.
“Compadre, lo que necesitamos es electricidad aquí en la vega, me dijo Luís Manuel con optimismo en la mirada, para poder tener rendimientos superiores, así los aparatos de pelar y triturar la caña estarían aquí en la finca”.
Otro de los recursos que escasean es el alambre para cercar y una mayor atención veterinaria.
Las dos caballerías de tierras que poseen, son aprovechadas en cultivos varios para el sostén familiar y el acopio al Estado.
En la tierra han encontrado la esencia de sus vidas.
(Tomado de Radio Minas)
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