Entre las montañas frías del principado de Andorra, un pequeño país ubicado en los Pirineos, batalla contra el nuevo coronavirus la enfermera Daina Rosa González de la Rosa, de Minas de Matahambre.
Atrás quedaron sus dos hijos, la madre y hermana, quienes aguardan cada día.
A través del servicio Nauta hogar, acortan la distancia y la video llamada es una ventana abierta al rostro de los seres queridos.
Miriam Rosa (madre) conversa de temas cotidianos que fortalecen el amor: “Le digo que tiene que alimentarse, que se cuide mucho. Ella me pregunta por los niños y así van pasando las semanas”, me explica con llanto contenido.
Daina Rosa labora durante doce horas cada jornada, no hay tiempo para la distracción, sus pensamientos tienen que estar muy enfocados en los pacientes que arriban al hospital, se trata de la vida o la muerte.
Su experiencia en la sala de terapia la fortalece para enfrentar varios casos a diario.
La hermana Dainari de la Rosa, ayuda a su madre en los cuidados de los hijos, una tarea que exige paciencia y dedicación:
“Estamos pendientes de la alimentación de la más pequeña, que tiene seis meses de nacida y del varón que cumplió trece años.
La niña duerme las noches enteras sin problema, es muy noble, tiene buena salud, no extraña pues es muy chiquita todavía.
Cuando ve a su madre a través del teléfono enseguida la reconoce”, afirma Dainari.
Daina Rosa continuará en Andorra, hasta que la pandemia haya disminuido y la vida regrese a la normalidad.
El deber como profesional de la salud cubana, la ha convocado a entregar lo mejor de su quehacer.
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