Abundantes frutales y más en el patio de Orlando

 

 

Los 78 años de edad vividos por Orlando Castro Pérez, no impiden que este amigo de Minas de Matahambre convierta su extenso patio en tierra fértil donde crecen plantas de diferentes variedades.

“En 0.43 hectáreas de tierra tengo plantado café, mango, naranja, guayaba, mamey, coco y plátanos.

En el rato libre que tengo después que regreso cada tarde de la Casa de los Abuelos, donde estoy la mayor parte del tiempo, atiendo cada uno de los cultivos. Utilizo los mismos desechos de las plantaciones para abonar las matas, hay practicar las técnicas agroecológicas.

Con mis producciones aporto a la Casa de los Abuelos, acopio también para las placitas.

Tengo alrededor de 700 matas de plátano, les doy la atención cultural que llevan. Nunca le corto la “teta” a los plátanos, esto hace que sean más dulces los plátanos y crezcan más rápidos.

Los racimos los corto cuando ya están bien hechos, espero que se maduren las primeras “manos”, eso da como resultado, a mi entender, que el plátano desarrolle más parejo y a la hora de comerlos tengan más calidad.

Aprovecho el plátano también a la hora de hacer vinagre, vierto un litro de agua en una botella de cristal, te hecho tres cucharadas de azúcar y plátano maduro, tapo esa vasija durante 41 días con una gasa y como resultado obtengo un excelente vinagre.

A la población le vendo el plátano que ellos necesiten, después que culmino el contrato con la cooperativa a la cual le acopio.
Hasta ahora no he recibido quejas de nadie, le vendo los plátanos y guayabas a un precio asequible.

Yo le escribí unas décimas dedicadas a la agricultura urbana que dicen así:

Es la agricultura urbana
un importante eslabón
de ayuda a la producción
en nuestra tierra cubana.
Temprano por la mañana
a mano o en un vagón
llega dicha producción
sin el menor imposible,
fresca y a un precio asequible
a toda la población.

Orlando Castro comprendió que en la tierra está la garantía del sustento cotidiano. Es cuestión de querer, de asumir los retos y desafíos que impone toda tarea.

Cuando el hombre se propone cambiar el entorno, enseguida resurge la abundancia impensada.

 

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