Hoy, en el primer día del inicio de la primera fase, hacia la normalidad en el proceso de pos Coid-19, el territorio pinareño no se desentiende de sus obligaciones y aunque no tiene nuevos casos confirmados, está prácticamente blindado como lo demuestra el confinamiento.
El aislamiento en las últimas horas creció hasta 110 personas, con 14 sospechosos, y a diferencia de otros días, el número de trabajadores de la Salud bajo a siete, y aparte de los 12 viajeros que quedan en observación, el número grande son 77 contactos en una unidad asistencial y seis trabajadores del municipio de Minas de Matahambre en una brigada en La Habana.
La pesquisa de ayer sumó 181 847 y a la consulta evaluadora de IRA asistieron 60 personas, pero nadie fue ingresado. Los PCR crecieron hasta 4650 hasta ayer y las pruebas rápidas a 5702.
Para no perder el hábito, recordemos que en casi tres meses hemos sufrido y en parte divertido, depende de la ocasión. Enfrentamos los riesgos con valor, a veces con miedo. Tuvimos confianza en los que nos indicaron de cómo hacerlo mejor, pero también criticamos, aceptamos, comprendimos y ganamos.
En muchos días el ocio también nos ganó; otros creativos, buscaron formas para trabajar, y una mayoría fue a las colas, quizás como forma de justificar búsqueda de alimentos, medicinas o no sé qué cosa, pero la cosa era salir, contrario a los consejos que se dieron.
Nos la dimos de filósofos, con parábolas buscadas o creadas por amigos; fuimos médicos y hasta discutimos con autoridades, porque sí no tenemos la razón, no somos buenos criollos; recetamos oraciones y nos enteramos hasta de chismes.
Más que nunca hemos leído, sin soltar el celular, y vivimos en carne propia las estampas del Decamerón, La mil y una noche y decenas de libros hasta la tenebrosa La Peste, y creamos nuevas historias. Unos discursaron sobre el arte, otros le entraron a la poética, a la literatura en todas las formas posibles y hasta el arte menor, humorismo, -picante, blanco, negro- sarcasmo, burlas, porque todos tenemos de Da Vinci.
Pero también enfrentamos mentiras, tergiversaciones, engaños, verdades a medias y gente que con el “yo creo…” envenenando la red, creyendo todo lo que escuchan y por suerte la mentira tiene la patas cortas y la alcanza la verdad.
Los niños y los adolescentes pudieron disfrutar de las series del Llanero Solitario –que le contaron abuelos-, los Paw Patrol, Batman y otros enmascarados con la mascarilla a su manera.
Aunque no hay dudas que la mayor ganancia es que la pandemia nos puso a pensar y aprender. Vimos cómo el mundo no es tan grande, y una cosa que sucede en China nos perjudica en Pinar del Río, y dejó la lección de que no somos tan poquito: nuestros médicos, enfermeros y técnicos tomaron el morral y no pararon hasta África, América Latina, Asia y Europa, donde creíamos que hay alto desarrollo, pero acudieron a nosotros.
A nosotros, que a veces nos falta el dinero, salimos hacerlo por solidaridad, porque cada vida humana no tiene ningún precio. Hay que hablan de nosotros, pero que se va a hacer, si a Jesús no lo conocieron y todavía hablan de él.
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