La diversidad en que las personas se manifiestan, se revelan en nuestras aulas de la Educación Especial, donde existe una gran heterogeneidad tanto en lo cognitivo como en lo educativo, por lo que se impone la necesidad de concebir una intensa labor pedagógica mediante la cual se puedan atender las diferencias individuales de los educandos. La escuela diversifica la oferta educativa para la atención a la discapacidad. Un ejemplo de ello lo constituye la Escuela Especial Carlos Julián Finlay del municipio de Minas de Matahambre ubicada en el Plan Turquino. La misma cuenta con una matrícula de 45 estudiantes y un claustro de trabajadores quienes de forma mancomunada realizan un trabajo que permite la compensación de las discapacidades de los menores, los cuales hacen gala de de su maestría evidenciada en el trato a los menores y en el desarrollo del proceso docente educativo. En el centro se respira un ambiente favorable lo que hace que todos se sientan bien.

A través del trabajo de la Psicopedagoga se les da tratamiento a los niños en cuanto a las necesidades psicológicas y pedagógicas que afectan los procesos cognitivos, se busca el desarrollo de la memoria, la imaginación y el pensamiento para lograr un mayor aprendizaje. Una de las actividades que más motivan a los alumnos es el trabajo en el laboratorio de informática, donde mantienen un comportamiento adecuado, son capaces de explorar los sofware y manipular los mecanismos de la computadora.

El trabajo de los profesores de Educación Física y de los Instructores de Arte resulta meritorio logrando la incorporación de los menores a las Olimpiadas y que formen parte de grupos artísticos creados en la propia escuela. El que visite la escuela se llevará una buena impresión y tendrá la seguridad que de ella saldrán jóvenes aptos para enfrentar la vida en sociedad de forma útil.

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