Tomado: Revista de la Asamblea Provincial del Poder Popular, Pinar del Río No. 0/2017.
Escrito por: Virginia Yemil Young Hernández y Anselmo Hernández Domínguez 

Hace más de cien años José martí afirmó categóricamente y sin réplica posible: “Ser culto es el único modo de ser libre”. En Cuba, el derecho a la instrucción parte de la Constitución  de la República, la que se garantiza como un derecho de todos.

En la etapa pre-revolucionaria la organización de la sociedad respondía a los intereses y aspiraciones de la minoría en el poder, por lo que las grandes masas tenían limitados sus derechos, incluidos los correspondientes a la preparación y formación educacional.

ANTES DE:
Cuando el Asalto al Cuartel Moncada, el índice de escolarización para el segmento comprendido entre los 6 y 49 años en nuestro territorio era de 2.5 grados y la tasa de analfabetismo alcanzaba el 28.8 % para 1958 este ascendía a 30.8% entre quienes no superaban la década de vida.

Para la Educación Primaria el número de escuelas era insuficiente, y en el primer año de la Revolución se duplicaron, lo que permitió mayor accesibilidad a este nivel y disminuir significativamente las tasas de abandono escolar.

En la enseñanza media la situación era aún más difícil, existían solo 18 instalaciones, ubicadas en su mayoría en la cabecera provincial, eran inapreciables sus matrículas, a las cuales solo tenían posibilidades de ingreso un sector muy privilegiado. En la formación del personal docente existían tres especialidades: Normal, Kindergarten y Hogar, con un reducido número de egresados y no encontraban donde trabajar.

EL CAMBIO
El analfabetismo como fenómeno social se erradica en Cuba mediante la Compaña de Alfabetización llevada a cabo en 1961, se extendió a lo largo y ancho de toda la provincia, fue el municipio San  Juan y Martínez el primero en declarase “Libre de Analfabetismo”. Como continuidad a este proceso, para toda la población adulta se crea la Enseñanza Obrero-Campesina destinada a los trabajadores.

Al triunfo de la Revolución la carencia de trabajadores docentes se agudiza por la emigración de muchos de los existentes, para paliar la situación fue preciso encauzar los esfuerzos hacia la formación de personal, primero  en centros de alcance nacional y luego provincial. En esta segunda etapa  las Escuelas Formadoras de Maestros desempeñaron un rol esencial, pues gracias  a estas aumentó la disponibilidad de maestros primarios, educadoras, terapeutas, profesores   de enseñanza práctica, bibliotecarias, entre otras especialidades. Lo que facilitó a quienes estaban frente a las aulas elevar su nivel profesional y asumir con mayor eficiencia y calidad la educación de las nuevas generaciones.

Dado el alto nivel de analfabetismo, la población mayoritariamente rural y una pobre incorporación de la mujer a la sociedad, resultó vital que junto a los cursos regulares diurnos se implementara la modalidad por encuentros. Otro paso importante fue la creación de los Círculos Infantiles, su funcionamiento comienza en 1961 con el objetivo de dar atención preescolar, una necesidad que surgió a partir de la conquista de los derechos femeninos fuera del marco de las tareas hogareñas y la procreación de los hijos, lo que les permitió un mayor protagonismo en la esfera productiva y de los servicios.

Como resultado de los incrementos de las matrículas en la enseñanza media y la puesta en práctica del plan de estudio-trabajo, surgen las Escuelas en el Campo, la primera de estas  fue la Comandante Pinares en la región de Guane, que actualmente pertenece al municipio Sandino. La construcción de estos centros en Pinar del Río se extendió por toda la provincia hasta los lugares más intrincados.

Escribir un comentario