Fue el seis de octubre de 1976, cuando el avión CU-T120 caía en aguas próximas a las costas de Barbados, llevando consigo una carga de vida, por voluntad y antojo de Luis Posada Carriles y sus secuaces, a 41 años de ese crimen, siguen impunes los autores de tal hecho, lo que sin duda añade intensidad a la pena de una nación que no cesa de rendirle honores a las víctimas.
Barbados, no es solo recordación, tampoco es una fría efeméride a la que concurrir como ejercicio de memoria, es huella imborrable, horrenda, llena de crueldad y dolor, no es ni siquiera la rabia ante el libertinaje de los asesinos.
Barbados es tanto rostro lleno de angustia, un pueblo adolorido, ofuscación por el ensañamiento de la muerte.
Barbados es vida trunca y 73 es solo un número, global y absurdo, que ignora los nombre, las fotografías familiares, los sueños personales, ahí no caben las risas, las esperanzas, todas extraviadas en el mar.
Barbados es duelo y compromiso de hacer camino a la verdad, a un futuro donde asesinos y terroristas no queden impunes.
Barbados, duelo y compromiso
- Yolanda Molina Pérez
- Provinciales
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