Alfonso Urquiola: «No hay palabras para reconocer lo que hace nuestro país por su pueblo»

 

Tras un mes y medio de cuarentena en Panamá –donde lo sorprendió la pandemia de la covid-19– y 14 días en un centro de aislamiento en las afueras de Pinar del Río, el estelar expelotero Alfonso Urquiola vuelve a reunirse con los suyos.

«Me siento muy contento por estar en casa nuevamente», dice desde el otro lado de la línea telefónica, ya que los protocolos médicos lo obligan a permanecer dos semanas sin recibir visitas o salir de su hogar, y Urquiola, en el terreno y en la vida, siempre ha sido un hombre disciplinado.

En tierra istmeña iba a ser el director del equipo de béisbol de Chiriquí, cuando a dos días del inicio del campeonato nacional, el nuevo coronavirus provocó la cancelación del torneo.

Agradecido por la atención de nuestro personal diplomático en Panamá y las gestiones para organizar los vuelos humanitarios que permitieron su regreso, junto a un grupo numeroso de cubanos que se encontraban allá cuando apareció la covid-19, Urquiola asegura que «no hay palabras para reconocer lo que hace nuestro país por su pueblo».

«Esta es mi tierra. Aquí está mi gente. Si me va a pasar algo, quiero que sea aquí».

Para el mánager que le dio a Pinar del Río sus últimos cuatro títulos en series nacionales, la crisis sanitaria originada por el nuevo coronavirus es como una guerra contra un enemigo muy fuerte, pero afirma que en Cuba tenemos las armas más efectivas que existen para combatirlo, que son «nuestro sistema de Salud, la solidaridad, el humanismo y la preocupación del Estado por defender la vida».

Lamenta las muertes que la enfermedad ha causado, y considera que «ha sido una lección muy grande. Espero que al final esto nos haga mejores personas, que se comprenda que todos somos vulnerables, que compartimos la misma casa que es nuestro planeta, y que es preciso luchar por un mundo mejor».

Sobre sus planes después de la pandemia, cuando la vida recobre su curso, expresa su disposición a formar parte del cuerpo técnico del equipo de Pinar del Río, al frente del cual fue designado su hijo Alexander.

«Siempre dije que me incorporaría, para ayudar en lo que pueda al béisbol de mi provincia. Yo soy un soldado del deporte».

Mientras llega ese momento, exhorta a las personas a cuidarse, y envía, desde la distancia, un cálido abrazo al personal de la Salud que se expone todos los días en la lucha contra la pandemia.

«Una vez más, Cuba y sus médicos están dando un ejemplo, y escribiendo una nueva página de amor y de heroísmo, porque la vida es lo más preciado que hay. No existe nada más valioso que eso».

Tomado del diario Granma

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