Imagine usted a un amigo, o una amiga, que en la tercera visita a su hogar ya se acuesta en las camas, abre las gavetas, husmea en la cocina e inspecciona el refrigerador para saber cómo andan los asuntos alimentarios.
Imagine usted a un amigo, o una amiga, que en la tercera visita a su hogar ya se acuesta en las camas, abre las gavetas, husmea en la cocina e inspecciona el refrigerador para saber cómo andan los asuntos alimentarios.
La doctora Yanelys está en casa. Familiares, vecinos y amigos la reciben en la austeridad de su barrio donde el calor humano le depara el abrazo y le cura la nostalgia.