En Mantua lo conocen por Borolo, su nombre es Carlos Alberto Valdés, es sembrador de tabaco por vez primera y responsable de una parte de las 600 hectáreas que el territorio comprometió en la actual campaña. “Nunca sembré tabaco, mi vega es pequeña y de cultivos varios, pero esta vez me embullé, porque hay buenos precios.”
Él vive en Tierra Baja, un barrio de Mantua y relata, “La gente pasaba por aquí y se detenía a ver el tabaco que crecía verde, brillante y parejo, ahora pueden ver el alto de las plantas y lo sanas que están sus hojas. Un verdadero milagro, para alguien primerizo como yo”.
Fueron 25 000 posturas del Habana 92, se dice fácil, pero en tiempos difíciles es un reto, cuando escasean los recursos.
“El petróleo para el regadío llegó a tiempo, pero las mangueras, tenía que pedirlas prestadas y el polvo para los bichos no apareció a tiempo. Así que cuando comenzó a crecer me las vi feas un montón de veces.”
Como buen cubano, Borolo ríe de sus dificultades, sin dejar de buscar alternativas.
“Muchas veces, en los primeros cuarenta días tuve que utilizar el plaguicida, “dedo”, es agarrar a las primaveras (gusano) con estos dos (señala el índice y el pulgar) y quitárselas a las plantas, y son miles ...”,
Los directivos aprecian el resultado de su esfuerzo. “Es un productor que nunca antes había tenido esta experiencia- relata el ingeniero José Herrera Álvaro- Díaz, director de la tabacalera local- y con el asesoramiento nuestro, su entusiasmo y su constancia ha logrado una cosecha muy hermosa, de excelente calidad”.
Llegó el día de la recolección mayor, que en Mantua se hace a golpe de cuchilla, cujes y tendales. En ella participan expertos en el corte como Gerardo Abreu, investigador del sector de la Cultura, pero hombre muy diestro en esta tarea.
“Soy amigo de Borolo- dice- y confieso que jamás pensé cortar aquí un tabaco de tan alta calidad. Ha sido un acto heroico, porque los recursos no abundan y se puso a prueba solamente el coraje para hacer tan buena cosecha”.
Borolo cifra sus esperanzas en un resultado casi a la vuelta de la esquina. “Será una venta muy buena, al máximo creo yo. También tengo 200 cujes de libre pie, y si me embullo le voy a coger algo al rebrote, que eso se hace mucho ahora y dicen que también aporta”.
Su esfuerzo rindió frutos en una cosecha preñada de dificultades; en buen cubano podríamos decir que “libró y quiere más”, pero ese es el contenido de otra historia que seguramente, hemos de narrar.
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