Este ocho de enero, Sergio Saiz Montes de Oca cumpliría 80 años y, como todos los revolucionarios de su estirpe, estaría en la primera línea del combate frente al imperialismo yanqui.
Por su sensibilidad hacia el arte y la literatura acompañaría hoy a nuestros escritores y artistas en el duro batallar de mantener a la cultura como escudo de la nación.
De haber realizado su vocación de graduarse de médico seguro junto al ejército de batas blancas de Cuba recorrería medio mundo salvando vidas.
Cuando en nuestra constitución se pone en justo lugar el accionar de los municipios en sus apuntes aparece un proyecto de Constitución municipal en materia de política agraria y educacional que en gran medida la Revolución llevó adelante a partir del primero de enero de 1959.
No menos destacado fue su papel en el accionar revolucionario de la época. Qué audacia cuando leyó su texto ¿Por qué no vamos a clase? Frente al claustro de profesores en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río.
Allí entre las ideas de ese documento planteó como debía ser un estudiante revolucionario que se preocupara entre otras cosas como hoy por el futuro de su país y no en lo individual por colgarse un título.
Con solo 17 años se incorporó al Directorio Revolucionario y más tarde al Movimiento 26 de Julio del cual su hermano Luis fue su máximo dirigente
Fue tal su activismo político en las tánganas, protestas y otras acciones contra la dictadura que sería fichado por el Servicio de Inteligencia Militar como el joven del «jacket verde».
Aquel 13 de agosto de 1957, Luis y Sergio fueron baleados muy cerca del portal del cine Martha, por el soldado Margarito Díaz.
Antes de salir de la casa le habían dicho a su madre: «No temas, algún día te sentirás orgullosa de nosotros».
Profundo estudioso de la obra de José Martí hoy en su cumpleaños 80 recordamos la sentencia martiana
«…Cuando se muere en brazos de la patria agradecida, / La muerte acaba, la prisión se rompe; /¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!»./ José Martí.
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