Cosme Damián García Hernández, es un minero que procura el autoabastecimiento alimentario de su familia y para él la leche de chiva es la mejor del mundo.
En espacios de tierras irregulares, obtiene alimentos para el sustento diario.
Los beneficios de las cosechas los reciben los más allegados y amigos de cada jornada.
“Me gusta incursionar en todo lo que esté a mi alcance, trato de sacarle provecho máximo a cada cultivo o animal.
Crio chivas, siempre las tengo conmigo a donde quiera que esté. Las ordeño todos los días, muy temprano en la mañana.
La leche es el remedio mío y de mi esposa para combatir la gastritis o para cualquier problema del estómago.
Tenía bastantes chivas, pero ahora solo me quedan cuatro. Con ellas es suficiente para tener el litro del diario en casa y venderles otros a personas que llegan aquí en busca de leche para sus hijos o personas de avanzada edad.
La mejor leche del mundo, después de la materna que da la mujer, es la leche de cabra.
Esta leche es muy medicinal, cualquier mal de estómago que tengas ella te lo cura.
Además de leche, logro en mi solar otros cultivos como son el aguacate, plátano, boniato, malanga, habichuela.
Quiero sembrar unas diez matas de fruta bomba a ver si las logro.
Tengo mis puerquitos para la carne y la grasa que es muy importante.
El error más grande del mundo, es tener un patio donde pueda sembrarse aunque sea un hijo de plátano y no se haga.
Lo más rico del mundo es tener uno pá dar y no tener que pedir”.
El llamado del presente es a plantar todos los espacios de tierras posibles, batallar para combatir la crisis alimentaria que se cierne sobre el planeta como consecuencia de la pandemia impuesta por la COVID-19.
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