Cariñosa, atenta y dulce. Amante de los niños y sus ocurrencias. Educadora nata. Así, podríamos describir a Daysi Cubilla –la tita Daysi- una pinareña de 31 años, que cada día se levanta con deseos de llegar al Círculo Infantil “Amiguitos de la Ciencia”, para reencontrarse con sus niños.
“El trabajo con los pequeños es lo más maravilloso que pueda existir. Aquí hay que llegar con mucha energía, disposición. Hacemos gimnasia matutina, se dan actividades programadas –que son las que desarrollan el lenguaje en los niños, las que incentivan ese proceso sensorial-, donde ellos manipulan los objetos, aprenden las figuras, los colores, los tamaños”, explica Daysi.
“Nosotras damos amor, formamos, enseñamos, por eso la mayor satisfacción es cuando los vemos aprender y avanzar en la aprehensión de los conocimientos, cuando comienzan a hacer dibujos más claros, cuando aprenden a hablar, y todo eso gracias a nuestro trabajo”, agrega.
Para Daysi, el amor que le profesan sus 36 niños es el mejor regalo del mundo.
“Yo llego por la mañana y nada más que me divisan sale el grupo entero –no importa qué esté haciendo- y me abrazan y me quieren y así vemos ese fruto del amor y el cariño que incentivamos en ellos”.
Ana Delis Veliz Carballo, es otra joven educadora que tiene muy claro por qué escogió trabajar con niños. Por ello, a sus 23 años, se siente muy orgullosa de su profesión.
“Me gustan los niños. Eso es lo fundamental para trabajar en un círculo. Son muy cariñosos, y es que nosotros somos casi como que sus madres, pues se pasan todo el día a nuestro lado”, dice sonriente.
“Yo creo que hasta le brindamos más cariño que los propios padres, porque es el día completo con nosotros y por la tarde un ratico con ellos. Los niños son muy cariñosos y a la vez que tú le transmites ese cariño, ellos te lo retribuyen. Mi mayor satisfacción sería que cuando fueran grandes estudiaran y se hicieran profesionales”, nos confiesa.
También para los pequeños, el Círculo Infantil es una segunda casa. Allí aprenden, se divierten y encuentran amigos. Por eso hoy comparten con nosotros sus experiencias. Ante la pregunta ¿qué haces en el círculo?, estas fueron sus respuestas:
“Cantar, jugar, ver el programa, ver el televisor”, dice Diana Laura, una pequeña de cinco años que además es amante de la música.
“Juego, veo el programa, nos sentamos a colorear, las titas nos enseñan poesías y canciones. Me gustan los bloques que tienen bolitas”, afirma Julio César, con la inocencia propia de un niño de apenas cinco añitos.
“En el círculo vamos al huerto, hacemos los trazos, jugamos, yo tengo muchos amiguitos, y lo que más me gusta es cantar”, explica Lili, una pequeña de ojos azules y cabellos rizos.
“Me divierto mucho, las maestras me enseñan todas las figuras geométricas, aprendo a dibujar muy lindo y también juego con los bloques y me gusta cantar”.
Amor, entrega, dedicación, paciencia, sensibilidad son características comunes de quienes laboran en los Círculos Infantiles.
Quizás por eso, a 56 años de creados, los Círculos Infantiles han marcado la vida de generaciones de niños que han pasado por estos salones y que han aprendido allí las primeras herramientas para enfrentarse al mundo.
Como dijese el Comandante en Jefe, “es casi más importante el Círculo que la Universidad, porque allí es donde el niño adquiere los primeros hábitos de la vida social, aprende a actuar con los demás, a colaborar con los demás, a hacer las cosas con los demás, a aprender de los demás, a respetar a los demás”.
Tomado del Sitio Web de Radio Guamá. Escrito por Zorileidys Pimentel Miranda.
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- Yadira Alvarez García
- Educación
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