Calor sofocante en la villa. A las afueras el río invita a un chapuzón. Los habitantes del poblado se van a orillas del Mantua para espantar la canícula.
Es la opción más relajante para los jóvenes y adultos, a la par de ser barata y no invasiva con el medio natural.
Llevan con ellos el alimento necesario para un pasadía, y lo demás, es cuestión de la imaginación.
El río Mantua es una de las pocas corrientes en el país con casi ningún vestigio de contaminación. Sus aguas corren limpias, solo alteradas por las crecidas del verano.
En la tarde, comienzan las tormentas y la lluvia, pero a la puesta de sol, regresarán, y a la mañana siguiente, las aguas del río también acogerán a los veraneantes.
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