El juego de su vida lanzó el derecho Pedro Álvarez desde el montículo de Los Gallos al pintar de blanco al líder Pinar del Río, con score de siete carreras a cero en el primer desafío particular celebrado en el estadio José Antonio Huelga.

El Impuesto sobre documentos es quizás el tributo más general que tenemos en nuestra legislación, y uno de los más antiguos en el ordenamiento jurídico cubano. De hecho, está presente en la práctica cubana mucho antes de las leyes tributarias que ampliaron y reformaron el sistema fiscal a partir del año 1994.

Este es uno de los impuestos que todas las personas debemos abonar en algún momento de nuestras vidas cuando nos piden que compremos uno o varios sellos del timbre para realizar cualquier trámite. Este tributo, que a veces no identificamos como tal por su forma tan peculiar de hacerse efectivo —además de que los sellos del timbre los compramos en los correos o en el banco en algunos casos—, grava todos los documentos públicos relativos a certificaciones, trámites y licencias que establecen las autoridades competentes de los organismos del Estado, los cuales suman más de 300 de acuerdo con la legislación vigente.

La cuantía del impuesto sobre documentos, o sea, la cantidad y valor de los sellos a utilizar, depende tanto de la complejidad del documento que queremos oficializar como su frecuencia. Un buen ejemplo es el carné de identidad, que todo ciudadano debe portar, y para emitirlo es preciso llevar a las oficinas de registro los correspondientes sellos del timbre.