La llegada de las lluvias, con más frecuencia en los últimos días, es en sí un excelente motivo para celebrar, por lo que representan para los sembradíos y la recuperación de las deterioradas fuentes de abasto, pero a la vez es un llamado a la atención, pues el Aedes aegypti es un enemigo al asecho que en esta época se multiplica.
No obstante a sus considerables beneficios, tal situación trae consigo ciertas responsabilidades que estriban en la preservación de la salud.
Me refiero específicamente a nuestra responsabilidad ciudadana de mantener hogares y patios con condiciones higiénico-sanitarias óptimas que permitan poner a raya al mosquito Aedes, portador del virus del dengue y la fiebre amarilla, así como otras enfermedades como el chikungunya y el zika.
Para este dañino vector, las precipitaciones pueden llegar a convertirse en su mejor aliado, ya que cualquier depósito de agua natural o artificial, grande o chico, sea o no de nuestro conocimiento pueden constituir el hogar perfecto para la proliferación de focos.
De ahí que la principal defensa ante tal peligro, es, en primer lugar, la realización del autofocal, máxime ahora en que la mayoría de las personas permanecen en casa, pues somos nosotros los principales responsables de nuestra salud y la de familiares y vecinos.
Ello incluye actividades de saneamiento y limpieza de áreas exteriores, tanques u otras vasijas para el almacenamiento de agua, así como mantener la vigilancia constate ante la acumulación de desechos que se prestan para el ocultamiento de criaderos de mosquitos.
Igualmente y adoptando las medidas de prevención para evitar el contagio con la COVID-19, debemos apoyar a los campañistas en sus labores de higienización, ya no solo en el hogar sino también en los centros de trabajo, en la comunidad y cada radio de acción donde nos encontremos.
Ahora más que nunca ante el Aedes aegypti: alertas y combativos.
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