El joven Yoel Hernández Pérez, entrenador de fútbol en Minas de Matahambre, sustituyó su habitual labor de preparar niños en el deporte rey, por la de mensajería para ayudar en la casa de personas vulnerables de contraer la COVID-19.
Hoy nos cuenta de este quehacer tan útil y práctico:
“Llevo el almuerzo a dos personas mayores todos los días, una tarea que cumplo, sin ningún tipo de problema.
Alrededor de las once y media de la mañana, salgo del Comedor de la Familia con los alimentos ya elaborados y me dirijo hasta las casas de “Bebo” y Alberto, ellos son dos viejitos que quiero mucho.
Cuando me ven aparecer enseguida sonríen con gratitud, me agradecen este gesto tan sensible y humano.
Tenemos una buena amistad, pues en cada entrega conversamos de muchos temas, somos como una especie de familia en estos momentos.
Extraño mucho aquellos días en que entrenaba a mis alumnos en el terreno, cuando les enseñaba a dominar el balón, a asimilar técnicas para ser mejores en cada partido de fútbol.
Ahora aprovecho y hago ejercicios aquí en casa, también corro por el monte hasta llegar a la garita de los guardabosques, es una forma de fortalecer los músculos.
Para mí el momento es difícil porque he dejado de hacer lo que más me gusta, que es enseñar y jugar fútbol, pero bueno, hay una enfermedad en el ambiente que es mortal y debemos permanecer aislados.
Yo digo que el mejor gol que podemos echar es quedarnos en casa.
Tenemos que cumplir con las normas de higiene y distanciamiento que nos han indicado.
Yoel, comparte los días entre la mensajería y la auto preparación física, él sabe que todo volverá a la normalidad en algún momento.
Sus ojos están llenos de esperanza y muchos deseos de encontrarse otra vez con la portería.
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