Actuality

Find out and update your walk

Cuando el gato no está en casa…

Star InactiveStar InactiveStar InactiveStar InactiveStar Inactive
 
Rating:
( 0 Rating )

Ruidos 2A lo largo de estos trece años he escrito incontables historias sobre mi amigo Enrique Pertierra, el escritor.  Situaciones hilarantes,  que muestran esa parte de la vida- de tan omnipresente, irreconocida- por la que discurrimos los de a pie.

Pues bien, mi gran cofrade Enrique está deprimido, y no piensen que aprovecho sus momentos difíciles para hilvanar historias que después propongo a mis editores con el fin de ganarme el sustento; a decir verdad, Enrique es uno de esos que a cada tropiezo, demuestra que las preocupantes de la existencia son la sal de los inconformes.

Dos de la mañana  del lunes y el teléfono suena insistente. Adormilado contesto y- del otro lado- Enrique,  enfurecido me propone una “escucha ambiental” en la sala de su casona republicana:

Chocolate barrita con claridad asombrosa, ¡Cuando el gato no está en casa, empiezan los carnavales y la comparsa!

-!Cinco minutos con 27 segundos, compadre!- me dice- Cinco minutos y es la cuarta vez que lo ponen desde la una de la mañana.

Tras el discurso acalorado de mi amigo, la voz inconfundible de un borracho, eco desafinado de cuerdas vocales escanciadas con copiosas libaciones:

-“Grita conmigo, Cuando el gato no está en casa…

Enrique vive en un lugar importante de la villa. Casonas coloniales y republicanas alternan con el atractivo de aceras  y parques que invitan a la contemplación, pero en las noches tales placebos son tomados por automovilistas y trasnochados con parlantes que suenan más que un jet en emergencia.

-Llevo dos noches sin dormir- continúa Enrique mientras intenta demostrarme que, según científicos del Instituto para el Biomagnetismo y Análisis de Señales Biológicas de la Universidad de Munster, en Alemania, "escuchar música a un volumen muy alto puede ocasionar daños irreparables en el cerebro".

Pobre Enrique. Dos de la mañana y él, pozo fecundo de conocimientos actualizados, continúa bombardeándome con su descarga emocional de argumentos y razones olvidadas, como si con ello fuera a encontrar el tan ansiado sueño reparador.

¿Qué les importa a los druidas de ruidosas madrugadas las teorías generadas en la  Universidad de Munster?

Enrique colgó con la promesa de personarse ante las autoridades. Yo, desvelado, opté por prepararme un café y sentarme a la PC para dejar constancia de esta historia que, de tan común, quizás, ya no encuentre eco en los lectores.

A lo lejos, con retintín profundo que deshace el éter, la inconfundible zarabanda tachonada de otro de esos estribillos que seguramente enloquecerán al escritor:

"Uh, ah. Ando con un tigre y con dos leones, barriendo a las ratas y a los ratones."

Al llegar la mañana partí a mis obligaciones y en un "gap", me doy un saltico hasta la casa del escriba.

_Está dormido- me dijo su esposa- A las dos y treinta de la madrugada se fueron los del carrito con los bafles y le tuve que dar una "amitriptilina". Lo más seguro es que no despierte hasta pasadas las doce, y tiene una depresión que pa´ qué  te cuento...

Did you find useful the information published on this portal?

Is there an error on this page? Help us improve